La violencia volvió a manchar el fútbol guatemalteco. Era el minuto 85 del partido de ida de semifinales entre Cobán Imperial y Xelajú cuando el árbitro Mario Escobar suspendió el encuentro después de que una botella lanzada por la afición local le impactara en la cabeza.
El juego iba 0 a 0 cuando la afición verapacense empezó a lanzar desde la grada diferentes objetos. Este incidente, según el reglamento local, dará la victoria por 0 a 3 al vigente campeón, a Guastatoya, aunque Xelajú estaba haciendo méritos para llevarse la victoria.
Amarini Villatoro planteó un equipo defensivo, como suele hacer cuando Guastatoya juega de visita en un partido tan crucial. Y le funcionó. Los suyos no encajaban ningún gol a pesar de la presión local. Lo intentaban por el centro y por las bandas, pero no tenían fortuna y el guardameta panameño José Calderón hizo el resto.
El delantero uruguayo Jonathan Charquero fue quien tuvo la suerte más cerca, pero no logró definir. Xelajú se daba de bruces contra su propio sueño, aprovechar la ventaja de local.
Cuando solo faltaban cinco minutos para el final y se iba a tirar un saque de esquina, el árbitro recibió un impacto, suspendió el partido y fue trasladado a un centro asistencial para una evaluación.
Según las imágenes de la televisión, tenía una herida sangrante en la cabeza y los medios locales apuntan que tendrá que recibir unos puntos de sutura.
El reglamento disciplinario de la Liga Nacional de Guatemala establece, en su artículo 50, que si un partido no puede completarse por falta de garantías, a juicio del árbitro, el oponente ganará por 0 a 3 y habrá una multa económica.
Lo que iba a ser una fiesta deportiva, con un lleno casi absoluto en Cobán, dejó a los locales prácticamente eliminados de la ronda semifinal del Torneo de Apertura de Guatemala, a expensas del partido de vuelta que se jugará este fin de semana. EFE