A los cuatro minutos del primer tiempo, Philippe Mateta se adelantó a Nicolás Otamendi y cabeceó en el primer palo tras un córner desde la derecha de Michael Olise. El arquero Gerónimo Rulli no pudo evitar el cambio de dirección de la pelota.
El inicio del anfitrión fue bueno, cuando todavía el juego no se había estabilizado. Desde la ventaja inicial hasta que Argentina se reorganizó, se abrieron los espacios y las pelotas largas jugaron a su favor, incluso con alguna que otra oportunidad para ampliar la ventaja.
Ese fue el momento de mayor sufrimiento para el equipo de Javier Mascherano, especialmente a las espaldas de la defensa. Sin embargo, a medida que empezaron a jugar los mediocampistas, Cristian Medina, Ezequiel Fernández y Kevin Zenón, junto con el apoyo ocasional de Thiago Almada y el esfuerzo de Julián Álvarez, el fútbol albiceleste comenzó a florecer.
Argentina pudo haber empatado, pero el arquero Guillaume Restes realizó una gran atajada ante el disparo de larga distancia de Equi Fernández que se dirigía al ángulo, y Giuliano Simeone falló un cabezazo increíble.
La diferencia en el juego fue evidente: Francia llegaba con tres o cuatro pases y causaba daño, mientras que los dirigidos por Mascherano hilvanaban jugadas con técnica y sin saltar líneas hasta el área rival, aunque a veces con desbordes mal finalizados.