Una joven regresaba de sus vacaciones a casa cuando tuvo síntomas parecidos a los de la gripe, por lo que fue al hospital, pero ya no volvió con vida.
Bella Fidler, de 23 años, se quejó con sus padres porque no se sentía bien y decidieron llevarla al hospital y le diagnosticaron meningitis bacteriana y había sufrido un daño cerebral extenso.
Los síntomas empeoraron hasta el punto que sufrió de una convulsión antes de morir por un paro cardiaco. Pero su familia se encontraba confundida porque ella estaba vacunada, aunque no incluyeron la vacunación ante esta cepa mortal denominada meningococo B y los jóvenes australianos están propensos a contagios de este tipo.
Este se puede dar a través del contacto directo, incluyendo besos, estornudos, incluso comer o beber lo mismo que otra persona.