Los pantalones acampanados han sobrevivido a lo largo de los años por su capacidad de adaptación al estilo del momento. Su reinado comenzó en los años sesenta, cuando se convirtió en el pantalón tendencia de la época haciendo desaparecer por completo el pantalón pitillo.
Sin embargo, su origen se remonta al siglo XIX cuando aparecen las primeras referencias de la prenda relacionadas a los uniformes de los marineros estadounidenses.
Siglos más tarde, hasta llegar a su implementación en la ropa de calle y, más concretamente, su incursión en los armarios femeninos, la prenda se popularizó por su estético corte. Un patrón que visualmente conseguía ofrecer el efecto óptico de piernas delgadas y largas.