La tradicional celebración del 6 de enero surgió como recuerdo a los tres regalos que Melchor, Gaspar y Baltasar le entregaron a Jesús por su nacimiento en el Portal de Belén: oro, incienso y la mirra.
El oro simboliza la pureza, ya que es un metal que no se alteraba ni perdía su color y brillo. Además de su valor económico que siempre ha tenido.
El incienso también era un típico regalo para los dioses. La religión judía, y también las hebreas, sostenían que al darle el incienso a Dios lo reconocían como divinidad e hijo de Dios.
La mirra reconocía a Jesús como hombre, ya que se utilizaba para embalsamar a los muertos. Asimismo, también se utilizaba como anestésico, habitualmente mezclado con vino.