Afortunadamente, los dos ‘equipos’ que necesitaba para ejecutar una impecable «higiene del sueño» —sí, es un término extraño— ya los tengo. Una exnovia que tenía el sueño ligero me dio una máquina de ruido blanco que, según sus fabricantes, ayuda a los usuarios a dormir produciendo un «sonido constante y relajante para que tu cerebro se nivele» y permanezca dormido, camuflando cualquier sonido de afuera. Ella me lo trajo porque resulta que vivo en uno de los bloques más ruidosos del centro de Manhattan. Muy cerca de mi entrada, puedes coger un bus hacia Jacksonville, cambiar tus jeringas por unas nuevas, o tener incontables paletas de aceite vegetal antes del amanecer. ¡Ah!, y además hay una ocupada estación de bomberos en la cuadra. Estoy muy orgulloso de poder dormir con todo eso, pero resulta que puede ser inapropiado. Aunque no recuerde el coro de ruidos que hay en mi cuadra, están, sin embargo, afectando la calidad de mi sueño, de acuerdo con la investigación que encontré.