El neurofisiólogo colombiano Rodolfo Llinás, que ha dedicado su carrera al estudio del cerebro, investiga la autofagia entre las neuronas, un proceso que está relacionado con la vejez y cuyo conocimiento en profundidad puede ayudar a optimizar la vida y a tratar enfermedades como el Alzheimer.
«La autofagia es un sistema complejo intercelular que limpia las células y si no funciona bien entonces (…) nos empezamos a poner viejos, esa es la llave para no volverse viejo», afirma en una entrevista con Efe en Bogotá, donde se graduó como médico de la Universidad Javeriana en 1959.
El doctor Llinás, que en diciembre próximo cumplirá 84 años, la mayor parte de ellos consagrados a la investigación de las propiedades intrínsecas de las neuronas en universidades de Australia y Estados Unidos, participa esta semana en la capital colombiana en el encuentro «Cumbre de líderes por la educación».
«En este momento estamos estudiando la autofagia», dice, y agrega: «La senectud es un problema de autofagia, estamos hablando de los microorganismos por los cuales nos hacemos viejos y se dañan las células».
En ese trabajo, Llinás, que hizo parte del equipo que dirigió el programa Neurolab de la NASA (1998), usa como campo de investigación el calamar, animal que, según explica, «tiene una sinapsis gigante», ideal no solo para ver cómo funciona la conexión entre las células cerebrales sino también cómo ‘malfunciona'».
«Vengo de estudiar el calamar la semana pasada y sigo, porque el calamar tiene una sinapsis gigante; la sinapsis es la unión entre dos neuronas y esa unión tiene una cantidad de propiedades increíbles que no se conocían, muchas de las cuales yo las he descubierto», afirma el especialista, profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York (NYU).
El estudio de la autofagia no tiene nada que ver con la búsqueda de la eterna juventud, «es que simplemente es muy interesante porque optimiza la vida» y por eso «hay que ver cómo funciona» y si se pueden desarrollar drogas para tratar enfermedades relacionadas con el envejecimiento. «En fin, es una investigación que está empezando», aclara.
En ese punto es inevitable preguntarle sobre el Alzheimer, enfermedad que afecta a más de 40 millones de personas en el mundo, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«El Alzheimer no es difícil de diagnosticar, en lo más mínimo (…) Encontrar una cura es una cuestión mucho más difícil porque es un problema en este momento hereditario, entonces hay que cambiar una cantidad de propiedades», explica.
Recuerda que hace unos años estuvo «trabajando con nanoburbujas de oxígeno que mejoran la situación», pero una vez hecha su investigación la dejó y actualmente hay gente trabajando en eso.
«Mi interés no es curar el Alzheimer, mi interés es saber cómo funciona el cerebro, entonces que otra gente se encargue de utilizarlo o no utilizarlo», dice.
Para el doctor Llinás, el cerebro es un universo sobre el cual «hay una cantidad de información monstruosa y falta (descubrir) mucho todavía porque es posiblemente el sistema más complejo que exista».
Al conocimiento de este órgano él ha contribuido con varios hallazgos científicos, como el de la inhibición en las dendritas, las prolongaciones ramificadas de una célula nerviosa.
Esta investigación, que comenzó cuando tenía 28 años y que permite entender el funcionamiento del cerebelo, fue su tesis de doctorado en la Universidad Nacional de Australia, donde logró demostrarla a su profesor John Eccles, Premio Nobel de Medicina en 1963.
«Se pensaba que la inhibición solamente ocurría en el cuerpo de las células, y yo descubrí que también existía en las dendritas. Fue algo tremendamente nuevo», afirma, y añade que luego empezó a estudiar otros procesos: «Cómo es el movimiento, cómo se organiza el sueño, cómo se organiza el pensamiento, en fin, cómo funciona el cerebro y en eso estamos».
Con ese conocimiento, el doctor Llinás recomienda ejercitar el cerebro como se hace con los músculos, porque «no se puede optimizar su actividad si uno no lo usa».
«Pensar, hablar, escribir, hacer cosas, moverse y correr» son actividades que sirven para evitar que comience la degeneración del cerebro, y en el lado opuesto, «el alcohol, toda actividad de vicios como el cigarrillo, todas esas cosas que hacemos que cambian de modo químico la actividad cerebral son malas».
De la misma forma, advierte: «Dormir pocas horas es malo», y a la pregunta de si la contaminación del aire, uno de los males del mundo moderno afecta al cerebro, responde: «Absolutamente, afecta el sistema respiratorio y como todo es un sistema, si se daña la respiración, el cerebro sufre porque no tiene suficiente oxígeno, por eso la gente que fuma se muere más joven».
EFE