El concepto de tecnología para vestir, los wearables, se extiende hacia la transformación del humano en cyborg: los implantes electrónicos
El británico Neil Harbisson tiene una antena entre sus ojos. «Es una forma de escuchar el color«, explicó. El receptor, conectado a su cerebro, le ha permitido a este británico que nació daltónico identificar los colores; también lo ha convertido en el primer cyborg legalmente reconocido, según indica su pasaporte.
Él mismo diseñó la antena que traduce los colores en 360 tonos musicales que él ha memorizado. El especialista en cibernética de 34 años comenzó con el proyecto en 2003: conectó su antena a un par de auriculares y a una laptop. «Finalmente persuadió a un cirujano de que taladrara su cráneo para implantar un chip, y fundiera la antena al hueso occipital», contó Adam Popescu en Bloomberg Businessweek.
Su mujer, Moon Ribas, tiene en el brazo izquierdo un implante con conexión Bluetooth que analiza los movimientos sísmicos del planeta. Vibra según la información de sismógrafos constantemente conectados en línea. Se siente «como dos corazones que laten», lo describió.
La pareja se considera «trans-especie» y su start-up, Cyborg Nest, crea paquetes de biohackeos que podrían llevar ese trans-humanismo a cualquiera que quiera tener un implante tecnológico. En realidad, creen que el porvenir es cyborg: cualquiera que esté vivo hoy habrá de tener en el futuro cercano alguna clase de implante electrónico que mejore su vida o su salud por medio de la tecnología.
«El primer paquete, llamado North Sense, es básicamente un implante de USD 425», escribió Popescu. Su función es sencilla: es una brújula electrónica, vibra cuando la persona que lo usa se orienta hacia el norte. El chip que detecta los campos magnéticos se instala en el pecho, debajo la piel, y está diseñado a prueba de agua.
Unas 1.000 personas han ordenado su brújula subcutánea, desde que Cyborg Nest, la empresa que co-fundó el CEO Liviu Babitz en 2015 con un capital de USD 200.000 en fondos de varias fuentes, puso a la venta el dispositivo. Es menos extraño de lo que parece, dijo a Bloomberg el director del Departamento de Genética de la Universidad de Stanford, Michael Snyder, quien «utiliza sensores médicos similares para detectar resfríos, la enfermedad de Lyme y el riesgo de diabetes».
Popescu habló con Harbisson y Ribas sobre su lista de deseos para aportes futuros al movimiento transhumanista: «Un grano Bluetooth para la comunicación sin palabras; una forma de detectar la polución; ojos en la parte trasera de la cabeza». El desafío más grande, dijo el primer cyborg, es modificar la mente, en realidad, para que las personas se puedan adaptar a las nuevas perspectivas que se abren cuando la tecnología interviene el cuerpo.