El experto británico cree que es urgente enfrentar los problemas que la amenazan. Cuáles son los tres puntos fundamentales que la ponen en riesgo
En 1989 el británico Tim Berners-Lee estableció la primera comunicación entre un cliente y un servidor con el protocolo http: por eso, y por la fundación, en 1994, del Consorcio de la World Wide Web (W3C) en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), se lo considera el padre de internet. Y como tal escribió una columna en The Guardian: cree que la red está en peligro y que es necesario intervenir con urgencia para salvarla.
Tres alarmas comenzaron a sonar en la red, en su opinión, en el último año: primero se perdió el control individual de la información personal; luego las noticias falsas se desperdigaron como un incendio sin control y por último la facilidad técnica de la publicidad política la hace una amenaza para los sistemas democráticos.
«Inclusive en países donde creemos que los gobiernos tienen en consideración el bienestar de los ciudadanos, vigilar a todo el mundo todo el tiempo es, sencillamente, ir demasiado lejos«, escribió, en referencia a la filtración de un número record de documentos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos que realizó Wikileaks. «Causa un efecto escalofriante sobre la libertad de expresión y hace que se deje de usar la red como un espacio para explorar temas importantes, como asuntos delicados de salud, sexualidad o religión».
El caballero del Reino Unido —nombramiento que recibió por sus méritos en informática— de 61 años creó la Fundación Red en 2009 con la idea de estudiar la experiencia de internet para mejorarla de acuerdo a lo que él imaginó: «Una plataforma abierta que permitiera que todo el mundo, en cualquier parte, compartiera información, accediera a oportunidades y colaborase a través de las fronteras geográficas y culturales». Mucho de ese espíritu se conservó, dijo. Sin embargo, en los últimos 12 meses se ha preocupado cada vez más por esas tres cuestiones que «debemos enfrentar para que la red realice su potencial verdadero como una herramienta que sirva a toda la humanidad».
1) Se perdió el control de los datos personales
«El actual modelo de negocios para muchos sitios ofrece contenido gratuito a cambio de datos personales«, sintetizó Berners-Lee. Y aunque las personas lo aceptan al dar su aprobación a los términos y condiciones —largos documentos que nadie lee— no pueden elegir qué datos no quieren compartir, ni qué terceros no deberían recibirlos. «Dado que nuestros datos quedan encerrados en depósitos privados, fuera de nuestra vista, perdemos los beneficios que podríamos obtener si tuviéramos control directo sobre estos datos y eligiéramos cuándo y con quién compartirlos«, escribió.
Nada pueden hacer los individuos sobre sus propios datos. «Por medio de la colaboración —o la coerción— de las empresas, los gobiernos también vigilan cada vez más cada uno de nuestros movimientos en línea y aprueban leyes extremas que pisotean nuestro derecho a la privacidad». Lo que en los regímenes represivos lleva a la detención o el asesinato de personas por lo que expresan, en las sociedades democráticas también implica el peligro de un control desmedido.
2) Es muy sencillo que la desinformación se propague en la red
La mayoría de las personas busca las noticias en un puñado de sitios, redes sociales y motores de búsqueda. Como la ganancia económica reside en la cantidad de visitas, todos ellos aplican algoritmos para personalizar la información que puede atraer a un usuario a partir de lo que ha elegido antes. «El resultado final es que estos sitios nos muestran contenido en el que creen que vamos a entrar, lo cual significa que la desinformación, o las noticias falsas asombrosas, impactantes o diseñadas para atraer nuestras preferencias pueden diseminarse como un incendio sin control«.
Si se lo usa con mala intención, ese recurso permite «manipular el sistema para propagar desinformación con el fin de obtener ventaja financiera o política».
3) La publicidad política en línea necesita transparencia
Ese mismo puñado de sitios donde regularmente se busca información constituye un venero de datos personales. A partir de ellos «las campañas políticas construyen publicidades individuales, hechas para cada usuario directamente«.
Sir Tim citó un caso todavía polémico: «Durante las elecciones de 2016 en los Estados Unidos, cada día salieron en Facebook unas 50.000 variantes de publicidades, una situación casi imposible de monitorear». Y se teme que en muchos lugares del mundo el uso inmoral de esos recursos puede «guiar a los votantes a sitios de noticias falsas o impedir que otros vayan a las urnas».
La complejidad de esos problemas implica que las soluciones difícilmente sean simples. «Debemos trabajar junto con las compañías de la red para lograr un equilibrio que devuelva a la gente el control de una cantidad justa de sus datos», propuso Berners-Lee, y explorar modelos de ganancia alternativos para los sitios, como los micropagos.
«Debemos luchar contra el exceso gubernamental en las leyes de vigilancia», agregó. Es necesario que los grandes sitios como Google o Facebook participen de la refutación de las noticias falsas, sin que por eso se cree «algún cuerpo centralizado que decida qué es ‘verdad’ o no». Él inventó la red, argumentó, pero «todo el mundo ha ayudado a convertirla en lo que es hoy». Por eso, insistió, «de todos nosotros depende la construcción de la red que queremos, para todos».