Y aunque sea imposible pensar en un retroceso tecnológico, es posible pensar en un descanso en donde lo importante pase por el disfrutar el aquí y el ahora.
A partir de un término acuñado en Inglaterra en el 2008, “no mobile fobia”, (‘fobia a estar sin móvil’) actualmente los especialistas han profundizado el estudio de lo que en español denominaron como “nomofobia”.
Un conjunto de síntomas alrededor de la utilización de los smartphones, como tecnología condensadora de funciones que van más allá de hablar por teléfono; e incluye acceso a la web, redes y mensajes de texto, entre otros. Y así nace lo que para muchos será la enfermedad del siglo XXI.
Se trata de una sensación de angustia, ansiedad o miedo irracional que se experimenta cuando se dan situaciones como la pérdida del celular, la batería agotada, la falta de señal o conexión. Todo por la necesidad de revisar constantemente los mensajes de texto, mails; o permanecer en estado de alerta ante cada sonido que genera el teléfono.
Un claro ejemplo de esto es que en Argentina el acceso a Internet continúa en ascenso, sobrepasando la barrera de las 35 millones de personas, lo que equivale al 79% de la población, según el último estudio anual presentado por CertiSur. Esto representa un aumento del 4% con respecto al año anterior.
El Estudio muestra además que a pesar del contexto de crisis económica que vivimos en nuestro país, el consumo de Internet es el que más resiste. Mientras que la gran mayoría redujo el consumo de gastos relacionados con entretenimiento, entre otras cosas, el acceso a Internet no tuvo bajas abruptas.
Se destaca la incidencia en el uso del smartphone en esta tendencia. El 59% de los usuarios se conecta a través de su teléfono inteligente, mientras que el 34% elige la computadora y un 7% utiliza la tablet. En promedio, 8 de cada 10 personas utiliza su dispositivo móvil para realizar compras y transacciones.
La complejidad del trastorno “nomofobia” es que combina una sintomatología tanto de una adicción como de una fobia.
“La idea de perder la conexión o de no estar habilitado a conectarse, genera síntomas de ansiedad como cualquier fobia o miedo; una sensación de angustia, que se expresan como síntomas para el cuerpo como opresión en el pecho, falta de aire y dificultad para respirar “, explicó la psicóloga Patricia Gubbay de Hanono, directora de Hémera (Centro de Estudios del Estrés y la Ansiedad.
“Lo paradójico de la nomofobia es que la misma ansiedad que provoca, genera una adicción: tiene todas las características de la ansiedad, y el hecho de tener mucho miedo justamente lleva a recurrir a la adicción, para así tolerar la angustia. Es decir, la ansiedad es el síntoma… pero nosotros respondemos a esto con una conducta adictiva. Es una manera de “creer” que uno recupera el control sobre esa sensación de angustia original”, reforzó la psicóloga Gubbay de Hanono.
Si bien la nomofobia en principio se puede definir como un síndrome contemporáneo, al tratarse de un conjunto de síntomas; aunque es difícil ponerle nombre a una conducta humana con rasgos fóbicos que aún no aparece en los manuales de psiquiatría.